En Navidad hacemos una excepción con nuestra alimentación. Por eso, una vez pasados esos días, notamos nuestro cuerpo hinchado y nos pide que lo cuidemos.
La sal es un mineral con un compuesto químico formado a partir de iones. Es soluble en agua y la sal común o de mesa se puede definir también como cloruro de sodio (NaCl), ya que contiene un 60% de cloruro y un 40% de sodio.
Es uno de los ingredientes más usados en la cocina en todo el mundo, para aportarle sabor y condimentar los platos. Y en nuestro cuerpo, nos ayuda a mantener la estabilidad en los líquidos y funciones musculares.
Bien es sabido que la sal en exceso puede provocar problemas de salud, como la hipertensión, entre otros.
Según la OMS, la cantidad recomendada de sal para un adulto debería ser de 5 gramos o menos de una cucharadita al día. Y en niños de entre 2 y 15 años la cantidad debería ser mucho menor para adaptarse a su crecimiento.
También tenemos que tener en cuenta que la mayor parte de alimentos procesados que ingerimos contiene una gran parte de sal, por eso, preparar comida casera evitando alimentos ultra procesados, y ajustando nosotros mismos la cantidad en cada plato puede ayudarnos a llevar un mejor control.
Existen diferentes tipologías de sal, según su composición, uso y procedencia. Estas son las más conocidas:
Si tenemos en cuenta la producción, los beneficios de cada una de ellas, su procedencia y su pureza, podemos decir que la sal del Himalaya es la más saludable.
Entre sus beneficios encontramos que es antioxidante, combate la acidez y la retención de líquidos, reduce los dolores musculares, regula los niveles de azúcar y mantiene el buen estado de nuestro cerebro.
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En Navidad hacemos una excepción con nuestra alimentación. Por eso, una vez pasados esos días, notamos nuestro cuerpo hinchado y nos pide que lo cuidemos.
Este verano va a ser distinto, pero aún así apetece estar fuera de casa y relajarse. Te contamos algunos trucos para cuidarse durante las vacaciones.