El control de la temperatura garantiza unos resultados óptimos, así como el consumo de productos seguros y cocinados correctamente.
El huevo es un ingrediente de uso casi cotidiano en nuestras cocinas. Acostumbramos a cocinarlo en muchos de los platos que realizamos, gracias a su aporte altamente nutritivo. Pero a la vez, es uno de los alimentos que más problemas puede darnos a nuestra salud. Es sensible a la contaminación de bacterias y si no tenemos cuidado, estará presente en brotes de intoxicaciones alimentarias. ¿Habéis oído hablar de la famosa salmonelosis? El huevo, junto con otros productos, principalmente de corral, está directamente relacionado con esta infección especialmente preocupante para nuestra salud. Si queréis evitar ésta u otras posibles contaminaciones, existen consejos y cuidados para manipularlos con seguridad. ¡Te lo contamos!
Revisar el huevo antes de cocinarlo. Es importante que cuando vayamos a comprar o utilizar huevos, revisemos la cáscara para ver que esté limpia y entera. Una grieta podría ser propensa para que la salmonela penetrara en su interior. Cualquier sospecha de que el huevo pueda estar en mal estado, es recomendable que lo tiremos antes que usarlo y perjudicar nuestra salud.
Guardarlos correctamente en la nevera. La mayoría de las personas, cuando compramos huevos y llegamos a casa, los sacamos de su envase de cartón y los ponemos en el que nuestra nevera tiene de plástico. Lo mejor es guardarlos directamente en su envase, o tener cuidado al manipularlos para ponerlos en el de plástico porque es cuando podemos agrietarlos. En la medida de lo posible, es mejor colocarlos en uno de los estantes inferiores de nuestro frigorífico. La temperatura es mucho mejor que la de la puerta donde suelen estar colocados.
Separa correctamente la clara de la yema. Desde tiempos remotos se utiliza la propia cáscara del huevo para separar la clara de la yema. Si la cáscara está infectada de alguna bacteria, hacerlo de este modo sólo conseguirá que nuestro huevo adquiera esa contaminación con el consiguiente peligro que desempeñará para nuestra salud. Lo mejor es tener un separador de huevos, algún electrodoméstico pequeño o incluso un vaso y cubiertos, que nos permita manipularlo de la mejor manera posible.
Guardar de manera correcta los preparados con huevo. Tanto si el plato lleva huevo cocinado (poco hecho) como crudo, debes guardarlo en la nevera. No solo en verano, sino durante todo el año. Una buena refrigeración ayuda a que el crecimiento de posibles bacterias no se lleve a cabo.
Usar huevos a temperatura ambiente. En muchas recetas necesitamos usar el huevo a esta temperatura. Para evitar posibles contaminaciones, deberemos sacarlo de la nevera el tiempo justo y necesario para que se atempere y poder utilizarlo. Tenerlo horas fuera del frigorífico y proporcionarle ese cambio brusco de temperatura puede provocar riesgos de contaminación y dañar nuestra salud.
Es cierto que durante el verano, el riesgo de contaminaciones con huevos aumenta, pero estos consejos de manipulación debemos tenerlos presentes siempre, en cualquier época del año. Mantener una buena limpieza de nuestras manos antes de manipular cualquier alimento, cocinarlos de la manera adecuada y respetar las fechas de caducidad son otras medidas que deberás tener siempre en cuenta.
El control de la temperatura garantiza unos resultados óptimos, así como el consumo de productos seguros y cocinados correctamente.
Con la llegada del fin de verano damos la bienvenida a nuevos alimentos en nuestra cocina. Descubre que frutas y verduras son de temporada en septiembre.