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El vinagre es uno de los ingredientes más preciados y antiguos en el mundo de la cocina, ayuda a mejorar y resaltar el sabor de tus platos dándoles el toque de acidez necesario. Este se obtiene a raíz de un proceso de fermentación acética del alcohol, a través de unas bacterias llamadas Mycoderma aceti.
Este condimento también resulta muy interesante por sus propiedades, conservantes, antioxidantes, desinfectantes y antibacterianas. Además, el consumo diario de vinagre, previene el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, ya que disminuye la presión arterial. Y también reduce los efectos que provoca la diabetes, mejorando la respuesta de glucosa en sangre.
Por esta razón, este clásico aderezo puede ser tu mejor aliado en términos de salud y gastronomía. No obstante, existen una gran variedad de vinagres, los cuales dan un toque, un aroma o unas propiedades distintas a cada plato. Por este motivo, a continuación os presentamos diferentes tipos de vinagres y cómo combinarlos.
El vinagre de vino es el más utilizado en la cocina Europea, sobre todo en Italia y Francia. Este se elabora sometiendo el vino a una segunda fermentación, aumentando así, su calidad. Por lo cual, podemos encontrar vinagre de vino blanco y de vino tinto.
El primero cuenta con un grado de acidez menor, provocando que sea perfecto para los pescados, ensaladas, e incluso una buena opción para cocinar algunas salsas como la mayonesa o la holandesa, para prepararlas nos podemos ayudar del robot kCook Multi de Kenwood.
En cuanto al vino tinto, proporciona un gusto más intenso, por lo que acompaña idóneamente las carnes rojas, guisos, ensaladas o salsas con un gusto fuerte, como las vinagretas o las que incorporan mostaza. El de Jerez con denominación de origen, es el más conocido en España, ya que ofrece un gusto frutal que funciona con infinidad de platos mediterráneos, entre ellos el gazpacho o el salmorejo. El de Porto, también es muy conocido y sirve para acompañar platos de pasta o verduras.
El vinagre balsámico o de módena procede de Italia, se caracteriza por su color oscuro, su textura espesa y su sabor dulce intenso. Se deja macerar entre seis y doce años, cuanto más añejo más especial es su sabor. Se puede utilizar en ensaladas, pescados grasos como el atún o el salmón, carnes rojas, vinagretas u otros tipos de salsas como la de yogur, o incluso para algunos postres.
Imagen de ThorstenF
El vinagre de manzana se usa frecuentemente en el norte de Europa, y se obtiene de la fermentación de la sidra, por esta razón tiene un regusto picante y menos ácido que otros vinagres. Aun así, su sabor es fuerte y casa muy bien con ensaladas, mariscos y pescados, carnes blancas o vinagretas. Como curiosidad, hace falta comentar que muchas personas lo toman en ayunas para desintoxicar el cuerpo.
El vinagre de arroz es muy común en la cocina asiática, ya que se produce a raíz de la fermentación y descomposición del arroz, por lo cual tiene un color blanco y dorado pálido. Proporciona un sabor sutil y agridulce ideal para aliñar el sushi, ensalada de algas, postres, aromatizar elaboraciones o incluso verduras al vapor, las cuales podemos preparar con el robot de cocina CookEasy+. Por último, hace falta recalcar que este es beneficioso para el sistema inmunológico y protege nuestro tránsito intestinal.
El vinagre de miel nos confirma que la fermentación de la miel de abeja es posible. Se utiliza habitualmente en la elaboración de postres y siropes, ya que es muy aromático y dulce. No obstante, este vinagre también se puede añadir a los platos de carne, haciéndola más tierna y sabrosa, además facilita la digestión.
¿Qué te han parecido estos vinagres? ¿Conoces o utilizas otros tipos de vinagres? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!
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